Mostrando entradas con la etiqueta Sinfonia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sinfonia. Mostrar todas las entradas

10.2.13

10.10.12

Brahms: Symphony No.1


Johannes Brahms (1833-1897)
Symphony No.1 in C minor, op.68.
Mariss Jansons - Wiener Philharmoniker
Musikverein, Vienna, 6 3/2005


27.1.10

Shostakovich - Symphony No. 9, Op. 70


Dmitri Shostakovich (1906 - 1975)

Symphony No. 9 In E Flat Major, Op. 70.

05 - 1. Allegro
06 - 2. Moderato - Adagio
07 - 3. Presto
08 - 4. Largo
09 - 5. Allegretto - Allegro

La Symphony No. 9 es una de las mas absolutas genialidades del compositor soviético.

Compuesta en 1945 y estrenada por la Orquesta Filarmónica de Leningrado con Evgeny Mravinsky al frente de la agrupación vio la luz en el concierto de apertura de la temporada 25 de la Orquesta Filarmónica de Leningrado. Compartió el programa con la Sinfonía N º 5 de Tchaikovsky.

Creada para la celebración de la victoria de Rusia sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, no fue bien recibidos en Occidente por la critica: "El compositor ruso ha expresado sus sentimientos acerca de la derrota del nazismo de manera infantil" (New York World-Telegram, 27 de julio de 1946).

En 1943 Shostakovich declaró que la sinfonía seria una creación compuesta para orquesta, solistas y coro, y su contexto sería "la muestra de la grandeza del pueblo ruso, sobre nuestras tierras y el triunfo del Ejército Rojo como liberador de nuestro pueblo del enemigo".

La sinfonía resultó ser una obra completamente diferente a la que había previsto inicialmente Shostakovich, no había solistas ni coro y poseía un estado de ánimo mucho más ligero de lo esperado. Difiere ampliamente en gran medida de las sinfonías anteriores, la Séptima y la Octava, y si las anteriores dieron luz al trágico personaje heroico, a continuación, en la Novena serian el humor exultante, diáfano y luminoso los varios elementos que predominan en la gran obra musical.

Transparente con mucha luz y aire, en 1946 es nominada para el Premio Stalin pero no lo gano. En cambio fue censurada el 14 de febrero de 1948 junto con algunas otras obras del compositor que finalmente su nombre fue retirado de las listas negras en el verano de 1955.

Symphony No. 9 Shostakovich op. 70 - I Mov. Allegro



Shostakovich - Symphony No. 9, Op. 70 - II Mov. Moderato - Adagio



Symphony No. 9 Shostakovich op. 70 - III Mov. Presto



Shostakovich - Symphony No. 9, Op. 70 IV Mov. Largo



Shostakovich - Symphony No. 9, Op. 70 - V Mov. Allegretto - Allegro

6.12.09

Shostakovich: La más noble tradición soviética


Russia 2000 - Stamp Dmitri Shostakovich - Марка, Россия, 2 рубля 50 копеек. Дмитрий Дмитриевич Шостакович.

Un crítico de The Guardian analiza con agudeza su legado.

Gerard McBurney. The Guardian.


Dmitri Shostakovich es una figura fascinante: vivió y compuso su música durante los años más interesantes del siglo XX. Nació en la San Petersburgo prerrevolucionaria, vivió los acontecimientos de 1917, y comenzó a componer seriamente a mediados de la década de 1920, cuando la vanguardia soviética estaba en su apogeo. Perteneció al mismo mundo que algunas de las figuras clave de la cultura de esa época, incluyendo a uno de los mayores directores teatrales de todos los tiempos, Vsevolod Meyerhold, y a un cineasta legendario: Sergei Einsenstein. Sus primeras obras habitan el mismo reino maravillosamente experimental que ellos. Su Primera Sinfonía, de 1925, le valió al joven compositor una fama inmediata tanto en Europa Occidental como en Estados Unidos.

Como muchos artistas de su época, su lenguaje musical se desenvolvía aceleradamente. A Shostakovich le afectó, por ejemplo, la urgencia de simplificación que se advierte en muchos compositores de los años 30. Hasta tal punto fue así que su composición épica, la Séptima Sinfonía (Leningrado) fue considerada lo suficientemente directa y comprensible como para ser elegida para formar parte de la propaganda de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, hecho que le dio renombre internacional. Sobrevivió a Stalin y después, para decepción de sus amigos y regocijo de sus detractores, perdió credibilidad dentro y fuera de Rusia cuando aceptó los homenajes y lisonjas oficiales y se afilió al Partido Comunista en 1960.

En sus últimos años se debatió luchando contra la enfermedad y el aislamiento, lo que podría ser una de las razones de que sus últimas composiciones se caracterizaran por una poética desolación, que al principio desconcertó a su público pero que ahora sus admiradores encuentran ambigua y sugestiva. Y por último, este hijo de los comienzos del siglo XX vivió y compuso lo suficiente como para que en sus últimas obras, como la Sinfonía Nº 15, de 1971, o el 15º Cuarteto para cuerdas, de 1974, se advirtiera que su música empezaba a mirar hacia la incierta mezcla cultural de nuestra época: el llamado "posmodernismo".

Sin embargo, ese nuevo sesgo no habría de gustar a todos. Cualquier europeo occidental educado dentro del refinado consenso estético del período de la Guerra Fría, recordará que sus maestros y mentores subestimaban a Shostakovich y lo consideraban un compositor de poca monta: un kapellmeister, sucesor si se quiere de Hindemith y Prokofief, pero no tan bueno como ellos. Y desde luego, no debía ser considerado un compositor a la altura de los grandes dioses del modernismo: Schoenberg, Bartok y Stravinsky. Hace apenas seis años, Pierre Boulez declaró que el difundido interés por el compositor ruso estaba "influenciado por la dimensión autobiográfica de su música". Para él, ese entusiasmo era una moda y duraría poco, porque su obra no era más que una "tercera prensada de Mahler", una alusión al proceso para extraer el aceite de oliva menos sabroso y más barato.

Dmitri Shostakovich

A pesar de las condenas, la ola de entusiamo por su música, que empezó a correr hace unos 20 años entre público e intérpretes, parece seguir creciendo. Hay infinidad de sitios web, blogs, libros y eventos dedicados a este compositor, con aniversario o sin aniversario. Y también hay muchos intérpretes que tocan su obra. Además de los músicos de orquesta, están los numerosos jóvenes y brillantes solistas, espe cialmente los ex soviéticos, que agradecen que Shostakovich les haya brindado un material que les permitió desplegar su talento ante el mundo. De un modo más bien curioso, como me dijo hace pocos días la musicóloga de San Petersburgo Olga Manulkina, Shostakovich se ha convertido en el Chaikovsky del siglo XX.

En primer lugar, hay que tener en cuenta lo que Boulez llamó "la dimensión autobiográfica": muchos melómanos consumen música y la disfrutan debido a su personal identificación con lo que imaginan que son las confesiones de sus compositores favoritos. Pero es posible establecer una conexión más interesante entre estos dos compositores. En el corazón mismo de la música de Chaikovsky y de Shostakovich se percibe una técnica elevada y una gran fluidez, junto con una afición a mezclar contextos e ideas cultas con elementos corrientes y menores: trozos de operetas, melodías populares, marchas baratas y música de organilleros. Para algunos oyentes —entre los que me incluyo— esa ambigüedad es fascinante. Otros, en cambio, abominan de ella.

Hoy en día es probable que la reputación de Chaikovsky sea mejor que la de Shostakovich, principalmente porque el primero vivió mucho antes que el segundo. La repugnancia por la música de Chaikovsky de que hicieron gala los primeros comentaristas, por lo general acrecentada por su prejuicio contra la homosexualidad, ha empezado a desvanecerse. Poco a poco, a lo largo del siglo XX, hemos aprendido a ver su enorme, proteico, imprevisible talento como algo en sí mismo, con fallas, de ningún modo inmune a la crítica seria, sino consecuencia de lo que deberíamos tener el coraje de llamar "genialidad".

Lamentablemente, en el caso de Shostakovich la dura tarea de despejar las malezas de la crítica académica acaba de comenzar. Con Shostakovich tenemos algo que no es posible con Chaikovsky: una vasta red de tradiciones de interpretación físicamente vinculadas con el hombre mismo. Shostakovich murió hace 31 años. Todavía hay muchas personas (no solo rusas) que lo recuerdan bien; muchos tocaron bajo su orientación. El mismo fue un pianista vigoroso, y todavía viven algunos músicos, como Rostropovich, que hicieron música con él. Aún pertenecemos, aunque no por mucho tiempo más, al mundo que él conoció y al aire musical que respiró. Es esto lo que debemos apreciar de Shostakovich; y es esto también lo que da sentido a las próximas celebraciones de su música: nuestra cercanía con él en el tiempo.

Traducción: Ofelia Castillo

Dmitri Shostakovich

Dmitri Shostakovich (Novosty) in The New Shostakovich, Ian McDonald (Northeastern University Press, 1990).


"Music must break down silence" Dmitri Shostakovich


3.12.09

Dmitri Shostakovich


Dmitri Shostakovich - Romance from The Gadfly
Thank very much for the attention !!!


Shostakovich Dmitri. Romance from the film "The Gadfly". Arranged for cello (Viola) and piano by Alexey Lazko.
  • Autor(s): Shostakovich Dmitri
  • Editado por Kompozitor (SPb.) en 2009
  • 4 páginas, Paperback
  • EAN: 9781001547022
Puedes conseguirlo en : http://www.ruslania.com/language-7/entity-6/context-161/details-154702.html

Romance from the film "The Gadfly"

Shostakovich 7th Symphony

Cuando Alemania atacó la URSS en 1941, Shostakóvich permaneció inicialmente en Leningrado durante el asedio y comenzó su Séptima sinfonía, conocida precisamente como Leningrado. En octubre de 1941, el compositor y su familia fueron evacuados hacia Kúybishev (ahora Samara), donde terminó su trabajo, que fue adoptado como símbolo de la resistencia rusa tanto en la URSS como en Occidente.




Valery Gergiev conducts Shostakovich's 7th Symphony which salutes the sacrifices made during the Great Patriotic War as survivors of the Siege of Leningrad describe the first performance of this great symphony.


En julio de 1941, antes del asedio de Leningrado, Dimitri D. Shostakovich inicio su séptima sinfonía. Con su música quería recordar a las innumerables victimas de la guerra y hacer perenne la imagen de su país en lucha.

Cuando Shostakovich, a la sazón profesor en el conservatorio de Leningrado, se entero del ataque de la Alemania de Hitler contra la Unión Sovietica, quiso alistarse de inmediato en el ejercito rojo, pero su solicitud fue rechazada. Las autoridades sabian que un músico tan admirado por su pueblo podía hacr mucho mas contra el enemigo con sus composiciones que luchando en los campos de batalla.

Inmediatamente después de iniciarse los preparativos para la defensa de Leningrado, Shostakovich se dedico a terminar su nueva sinfonía. Aunque lo instaron a abandonar la ciudad, el permaneció en ella y escribió los tres primeros movimientos mientras el cerco se estrechaba mas. Solo tras la orden expresa de evacuación decidió trasladarse con su familia a Kuibisshev, donde finalizo su obra. Allí se hallaba también la orquesta filarmónica de Leningrado, por lo que los ensayos pudieron realizarse a ritmo acelerado. El estreno se anuncio como el acto de resistencia de una nación entera y, en medio de un nutrido fuego de artillería, fue seguido por los hambrientos habitantes de Leningrado a través de sus aparatos de radio, el 5 de marzo de 1942.

en un principio, Shostakovich antepuso a los cuatro movimientos de la obra los títulos Guerra, Recuerdos, Horizontes de la patria y Victoria., aunque luego los elimino, probablemente para evitar una utilización política de su sinfonía, que, sin embargo, finalmente no pudo evitar. entre otras cosas, porque el mismo había anunciado en tono patriótico: “mi arma es la música” la partitura fue copiada en un microfilme y llevada secretamente a los Estados Unidos, donde Arturo Toscanini tenia de su parte a la NBC que poseía los derechos dele estreno. El estreno estadounidense se celebro el 19 de julio de 1942 en Nueva York, y mas de 50 millones de personas escucharon la obra por radio. Hasta finales de año, la sinfonía se interpreto sesenta veces en el continente americano; pero aun no había sonado en directo en Leningrado, la ciudad a la que Shostakovich se la había dedicado.

Por segunda vez fue ejecutada en Moscú, el 29 de marzo de 1942. En el asediado Leningrado se podía escuchar ese concierto por radio. En el Comité de Radiodifusión, junto al altoparlante se reunieron quince músicos, un puñado de hombres que quedó de la orquesta de la radio. Algunos peleaban en el frente, muchos murieron a causa de bombardeos, frío y hambre. Hacía un frío de 35 grados tanto afuera como en el local y la ración era de 125 gramos de pan por persona: así era la aritmética de aquel invierno del asedio de 1941-1942. He aquí la historia: el primer violín se está muriendo, el tambor murió camino al trabajo, el trompa está a punto de morir". Es uno de los informes sobre el estado de la orquesta que le dictaba a la mecanógrafa Yákov Bábushkin, el director artístico del Comité de Radiodifusión. El 29 de marzo, se encontraba entre los quince quienes escuchaban el concierto que se transmitía de Moscú, y precisamente a él se le ocurrió la idea de ejecutar la Sinfonía de Leningrado en Leningrado, idea absurda desde el punto de vista del sentido común. La Séptima Sinfonía es una composición complicada, larga (de más de 70 minutos de duración) con participación de muchos instrumentos de aire, los que requieren para su ejecución un trabajo muy duro, incluso de hombres fuertes y sanos,. Sin embargo, aquellos hombres extenuados por el hambre, las enfermedades y los infinitos bombardeos, tenían su propio concepto de las posibilidades humanas y el deber civil.

Empezó la labor en la que participaba toda la población de la urbe. Desde la primera línea del frente se delegaban músicos, se les organizaba una alimentación complementaria y les mejoraban como podían las inhumanas condiciones de vida. Personas desconocidas traían pan y grano a los músicos: lo más preciado que había en aquella época. El director de orquesta, Karl Eliasberg, ensayaba mucho, de manera dura, exigiéndole a la orquesta la máxima profesionalidad, como si no quisiera tomar en consideración las circunstancias de la vida, incompatibles, al parecer, con esa misma vida.

Llegó el 9 de agosto. Este día los alemanes planeaban ocupar la ciudad e incluso habían preparado invitaciones al banquete en el restaurante "Astoria". ¡Vanas esperanzas! En lugar de ello, en Leningrado se celebró una fiesta totalmente distinta: la primera ejecución de la Séptima Sinfonía de Dmitri Shostakóvich. La sala estaba repleta: combatientes de la defensa antiaérea en chaquetas de algodón con caretas antigas en sus bolsos al costado, infantes armados, marinos y los habituales frecuentadores de la filarmónica. Durante la ejecución mucha gente lloraba. Aquellas lágrimas costaban caro. La gente que ya no lloraba en horas de desgracia, lloraba de felicidad, conmovida por la música y el mero hecho de su presencia en la sala de la filarmónica, con sus columnas blancas, divanes de terciopelo rojo, oro de las trompetas y trompas. Esa era la vida anterior, de preguerra, y esa vida volvió. Parecía que la música les decía: el mal es inmenso e implacable, pero tarde o temprano acabará...

Había una circunstancia más de aquella vida pacífica: durante todo el concierto no sonó la señal de alarma. Más tarde se conoció que aquel día los artilleros que defendían la ciudad, ejecutaron su propia "sinfonía de fuego". Tres mil cañones abrieron fuego contra las baterías del enemigo con arreglo a una "partitura" minuciosamente elaborada, y no permitieron a los alemanes hacer fracasar el estreno.

Terminada la guerra, se aclaró que incluso en las trincheras alemanas que cercaban la ciudad, se podía escuchar la Séptima Sinfonía que se transmitía por radio. Veinte años después, en el mismo restaurante "Astoria" en que se planeaba celebrar el banquete con motivo de la toma de Leningrado, y donde en el invierno de 1942 salvaban de la muerte a Karl Eliasberg, se alojaron dos ingenieros alemanes, soldados veteranos. Querían ver al director de la orquesta que en la asediada ciudad ejecutaba la sinfonía que les infundía temor y dudas: ¿Valió la pena venir a tierra ajena con armas en mano? Quedó claro que no.

En sus memorias, publicadas póstumamente en 1978, Shostakovich desbarato la propaganda bélica soviética al escribir:”No tengo nada en contra de que se llame a mi séptima sinfonía la de Leningrado. Pero su argumento no es el bloqueo. Es Leningrado, la ciudad que Stalin destruyo. Hitler solo puso el punto final.

Fuente: Nuestro Siglo 1940-1949. Plaza y Janes. 2000.
http://novostiar.com.ar/archivo/n49/text/a7.htm